Nadie te enseña cómo sobrevivir al progreso que no se ve
El efecto compuesto en la vida de Mercedes.
Le pregunté a Mercedes qué se decía a sí misma en los días más duros.
"Hoy es un día menos en este trabajo, hoy es un día que me acerca más a lograr mis objetivos, yo puedo lograrlo. Hoy es un día menos para lograr mi libertad emocional, libertad para seguir creciendo, libertad para poder ser más madre presente con mis hijos."
Leí esa frase tres veces.
No porque no la entendiera.
Sino porque la entendía demasiado bien.
Mercedes ayuda a familias latinas a comprar su primera casa en Australia.
Le escribí tras conocer parte de su historia: llegó a este país sin inglés, sin título universitario, con una hija.
"En Argentina era madre soltera, yo vivía trabajando para que a mi hija no le falte nada, la única falta que tenía era yo como madre."
Esa confesión me partió.
Porque ahí estaba toda la arquitectura de una transformación: el dolor que se convierte en propósito imparable. Mercedes no emigró para cumplir sueños. Emigró para reparar algo que se había roto: su capacidad de estar presente para su hija.
Cada día limpiando casas no era un paso hacia el éxito. Era un día menos de ausencia.
"Decidir leer un poco cada día, no solo 15 minutos, intentaba leer más de 1 hora. Cuando uno tiene hijos se hace difícil tener tiempo para poder concentrarse y mantenernos en la lectura, pero organicé una rutina, planifiqué todo desde el día 1."
Mientras trabajaba de housekeeping, mientras sus manos limpiaban casas ajenas, su mente construía algo propio.
"Esta práctica constante me permitió adquirir nuevas perspectivas, expandir mi vocabulario y mantenerme en un estado de aprendizaje continuo. Aunque parezca pequeño, el efecto acumulado ha sido enorme, tanto en mi desarrollo personal como profesional."
"Ya tenía bastante desgaste físico limpiando casas y barcos, pero hacer otro tipo de actividad 30 minutos todos los días, como pilates mezclado con yoga, me ayudaba mucho a luchar contra la migraña."
Australia literalmente le estaba dando migrañas, tanto que la enviaron al hospital. Pero en lugar de rendirse, creó un ritual de resistencia.
Pilates. Yoga. Libros.
"Me ponía los audífonos y escuchaba podcasts de autoayuda, de superación."
Y aquí entendí algo:
No cambias tu vida cuando las circunstancias mejoran. Cambias tu vida cuando decides que las circunstancias no te definirán.
"El problema empezó cuando yo comencé a resaltar sobre el resto, las familias empezaron a pedir por mí, las dueñas de las casas me hacían regalos, me daban propinas."
Su excelencia se volvió su mayor reto.
"Yo era la primera housekeeping inmigrante, en una compañía de limpieza donde todas eran o australianas o de Nueva Zelanda y nunca pensé que me hicieran la vida imposible en el lugar de trabajo, como las burlas al hablar, por ejemplo, porque primero te corrigen entre risas porque les parece gracioso, pero después se transforma en otra cosa."
Imagínate eso.
Eres tan buena en tu trabajo que los clientes te prefieren. Y tus compañeras te castigan por ello.
"Siempre dije: no importa el trabajo que tengas, uno debe ser eficiente y sobresalir, así sea limpiando casas."
Esta frase me obsesionó durante días.
Porque Mercedes tal vez no entendía que estaba articulando una filosofía de vida:
Tu estándar personal no depende del reconocimiento externo.
"Invertí mucho en estudiar, yo no tengo título universitario (no pude ir a la universidad porque tenía que trabajar y mantener a mis padres. Tenía un familiar con problemas de alcohol. Me fui de mi casa muy chica)."
Ahí estaba cómo empezó su historia. Adolescencia truncada. Universidad imposible. Responsabilidades de adulto desde niña. Lo que para algunos sería el final de sus posibilidades, para ella fue el principio de su misión.
"Compré y compro libros, hice y hago cursos, todos los meses me sigo preparando. Creo que el estudiar nos hace libres en todo sentido."
Y aquí viene otro insight:
La educación formal te da credenciales. La educación consciente te da poder.
Mercedes convirtió cada dólar ganado limpiando en una inversión en su cerebro.
No para escapar de quien era. Para convertirse en más de quien ya era.
"Ahora que he avanzado mucho y me adapté al país, invierto en desarrollar mis habilidades y compartir mi experiencia con otros que están en la misma situación. Esto representa mi nueva identidad como alguien que no solo ha superado barreras, sino que también ayuda a otros a superarlas."
"Hoy, cuando la vida me pone a prueba, trato de recordar lo lejos que he llegado. Miro hacia atrás y veo todos los desafíos que ya he superado, como aprender un idioma nuevo, adaptarme a una cultura distinta y empezar de nuevo."
Le pregunté qué creencia le regalaría a cada persona para empezar el día.
"La creencia de que cada uno de nosotros es mucho más fuerte, capaz y valioso de lo que imagina."
"Me gustaría que cada persona comenzara su día con la certeza, la convicción de que, sin importar las circunstancias, tiene todo lo necesario para enfrentar lo que venga."
"Cree en ti. Si llegaste hasta aquí no fue por la suerte, fue por todo el trabajo interno que has hecho día a día."
La historia de Mercedes te enseña que la transformación no ocurre en los momentos épicos.
Ocurre mientras limpias y escuchas podcasts.
Ocurre cuando inviertes en cursos con dinero que apenas tienes.
Ocurre cuando eliges la excelencia por sobre la mediocridad aunque nadie la celebre.
Mercedes (@comprar_casa_en_australia_) no cambió su vida de un día para otro.
La construyó, una decisión microscópica a la vez.
"Hoy es un día menos en este trabajo, hoy es un día que me acerca más a lograr mis objetivos."
Esa frase me deja un mensaje para ti:
Tu trabajo actual no es tu identidad. Es tu gimnasio.
Con cariño,
Betania.
P.D.: El efecto compuesto en la vida de…te muestra cómo las vidas extraordinarias se crean de pequeñas acciones que casi nadie ve… hasta que ya es imposible ignorarlas.